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Somos dos estudiantes de Informática Básica, cuyo objetivo es la creación de un blog relacionado con la importancia que hoy en día juegan las Tecnologías de la Información y de la Comunicación en nuestro vida diaria y más concretamente en el campo de la docencia.

martes, 25 de diciembre de 2012

El timo de las tres dimensiones


Rodar en 3D cuesta en torno a un 30% más. Curiosamente, ver una producción cinematográfica en 3D es un 30% más caro, según el último estudio anual de FACUA. Pero la mayoría de las películas que se proyectan en tres dimensiones no se han rodado en ese formato, sino que se han dimensionalizado en la sala de montaje. El problema es que a los espectadores muchas veces se nos hace pagar un precio desproporcionadamente más alto por ver una película oscura -¿sabes qué porcentaje de luz hacer perden las gafas? sí, otra vez el 30%-, donde los personajes parecen figuras recortadas o gráficos pésimamente diseñados por ordenador y cuyos movimientos bruscos marean. Y eso cuando el efecto 3D se aprecia, porque en ocasiones uno tiene la impresión de que ha entrado en la sala equivocada. 

Con el fin de ahorrar costes y estrenar más rápido, muchos estudios deciden que para qué rodar en 3D o perder el tiempo durante meses tratando por ordenador cada plano cuando hay un software que en unas cuantas semanas dimensionaliza la película. El problema es que esos programas informáticos actúan con un patrón de uniformidad, por lo que sea cual sea la secuencia y quién o qué aparezca en ella, el efecto es el mismo. Siempre se pueden seleccionar momentos del filme donde trabajarse más el 3D, pero evidentemente, el resultado global no es ni de lejos el mismo que si se rueda en ese formato o se trabaja con la laboriosidad que merece un público al que se va a cobrar un precio nada barato. 

En España el 66% de los cines ya proyectan películas en 3D. Verlas -a veces sufrirlas- un día laborable cuesta una media de 9,21 euros, frente a los 7,08 euros del resto de filmes. El importe de las entradas de las películas en 3D ha subido un 5% con respecto a los 8,80 euros que se cobraban de media en 2011. El aumento ha sido menos acusado que el de las proyecciones planas, que a finales de verano se habían encarecido una media del 9% con respecto a los 6,52 euros del diciembre pasado. 

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